12 EL MARAVILLOSO MAGO DE OZ
‘Oz es un gran mago y puede tomar la forma que desee. Así es que algunos dicen que parece un pájaro,
otros que parece un elefante, y otros que parece un gato'.
(Frank Baum, ‘El Maravilloso Mago de Oz’)
‘El Maravilloso Mago de Oz’ (‘The Wonderfull Wizard of Oz’, 1900) es una famosa novela fantástica para niños que aunque parezca mentira encierra una interesante alegoría sobre el complejo asunto de la macroeconomía monetaria y el patrón oro. Su autor, Frank Baum, nació el 15 de mayo de 1856, en Chittenango, Nueva York, hijo del dueño de una fábrica de barriles.
Además de ejercer el periodismo en un periódico de Chicago, Frank Baum también se dedicó a escribir cuentos fantásticos. Su intención con ‘El Maravilloso Mago de Oz’ fue simplemente entretener a sus hijos, sin embargo cien años después el debate académico en torno al subtexto de su novela confirma que estamos ante una de las obras más fascinantes de la historia de la literatura infantil.
Sobre ‘El Maravilloso Mago de Oz’ se han hecho interpretaciones y lecturas de toda clase. Hay quien considera que la novela de Frank Baum es una parábola proatea y antireligiosa, además hay lecturas en clave gay, interpretaciones feministas y ecologistas, e incluso teorías derechistas de la conspiración que señalan a las Brujas Buenas como las verdaderas responsables de los desórdenes que sufre la Tierra de Oz.
Cada lector puede hacerse una idea diferente del cuento de Frank Baum pero es incuestionable que Dorothy, el León Cobarde, el Leñador de Hojalata y el Espantapájaros, son cuatro personajes con una gran carga simbólica y todos ellos necesitan encontrar al Mago de Oz por diferentes razones. El Espantapájaros como no tiene sesos necesita inteligencia. El Leñador de Hojalata al carecer de corazón necesita sentimiento. El León Cobarde es tan miedoso que necesita arrojo y coraje.
Los amigos de Dorothy son las personas que todos hemos encontrado en el camino que recorremos por la vida. Unos tienen cabeza pero poco corazón, otros tienen corazón pero poca cabeza, además hay demasiados cobardes y quien teniendo cabeza, corazón y agallas, carece de la información necesaria para comprender que el Mago de Oz no es maravilloso. El Mago de Oz es un farsante, un siniestro manipulador, por eso Dorothy solo quiere volver con su perrito Toto a su casita de Kansas con su tía Em y su tío Henry.
Cuando Dorothy y sus tres amigos llegan a la Ciudad Esmeralda tras sortear toda clase de amenazas a su paso por el camino de baldosas amarillas terminarán comprobando que el Mago de Oz en realidad es un psicópata que tiene engañada a la gente de Oz y disfruta cambiando constantemente de apariencia.
La obra de todo escritor es resultado de su época y la época que le tocó vivir a Frank Baum estuvo marcada por la ‘Long Depresión’ (Larga Depresión), prolongada crisis económica que dejó sin trabajo a millones de personas, a la vez que una minoría privilegiada disfrutaba de la ‘Gilded Age’ (Edad Dorada).
La ‘Gilded Age’ o Edad Dorada comenzó alrededor de 1870 coincidiendo con una expansión industrial y demográfica sin precedentes pero también con dramáticos conflictos sociales y grandes desigualdades económicas. El término fue acuñado por Mark Twain en la novela ‘La Edad Dorada: Una historia de nuestros días’ (‘The Gilded Age: A Tale of Today’, 1873), sátira del camino dorado hacia la fortuna individual que solo unos pocos logran alcanzar.
Terminaba el siglo XIX y los grandes magnates acumulaban grandes riquezas y propiedades pero al mismo tiempo proliferaban los pequeños agricultores y comerciantes arruinados, así como los desempleados y los trabajadores precarizados. El Partido Populista norteamericano (Populist Party) nació como respuesta al bipartidismo corrompido por el poder financiero ya que tanto el Partido Republicano como el Partido Demócrata solo parecían obedecer a los intereses de Wall Street.
La principal reivindicación de los populistas era la salida del patrón oro (gold standard), sistema monetario que establecía un orden de escasez monetaria artificial al limitar la cantidad de dinero en circulación a la cantidad de oro en propiedad del Estado.
En los tiempos de ‘El Maravilloso Mago de Oz’ el tema del patrón oro era la patata caliente de la política. Los líderes políticos americanos estaban divididos entre ‘goldbugs’ (escarabajos de oro) -los que querían mantener ligado el dólar al oro- ‘silverites’ (platistas) -cuyo objetivo era incorporar la plata al sistema monetario-, y ‘greenbackers’ (verde-monetaristas) –defensores de la emisión de dólares sin atadura al oro ni a la plata ni a ninguna clase de metal.
El gran problema de los tiempos de Frank Baum es el viejo dilema de la emisión de dinero con o sin necesidad de poseer oro, plata u otros metales. Se trata de un complejo asunto que se remonta a muchos cientos de años atrás, cuando las primeras sociedades humanas inventaron el dinero. Algunas civilizaciones llegaron a entrar en terribles crisis y periodos de decadencia cuando no supieron manejar con buen criterio sus políticas macromonetarias.
El Estado de cualquier nación soberana puede hacer dinero sin límite pero el problema que surge de inmediato en caso de hacer tal cosa es la devaluación de la divisa nacional en relación a la de las demás naciones y el consiguiente y doloroso proceso inflacionista que suele seguir sin remedio. Al no estar respaldado por ningún metal lo que ocurre con el dinero fiduciario es que puede derrumbarse en cualquier momento, provocando graves desajustes macroeconómicos.
La necesidad de atar la emisión de dinero al oro fue una buena idea durante algún tiempo para evitar la caída de su valor pero incluso la mayoría de los economistas ortodoxos saben que hacer tal cosa hoy día implica generar escasez artificial de circulante y caer en un escenario de carestía de inversión y consumo, desempleo masivo, y estancamiento de la economía, como ocurrió en tiempos de Frank Baum, quien por esa razón simpatizaba con el movimiento silverita que pedía a los gobernantes acabar con la escasez de dinero sujeto al patrón oro.
El dinero atado al oro fundamenta su fortaleza de valor en la escasez y tiene la ventaja de ser un seguro contra la devaluación y la inflación. Los ‘escarabajos de oro’ que defendían el patrón oro de manera radical eran todos ellos puritanos fanáticos del ahorrismo inversionista y tomaron su nombre de un cuento de Edgard Alan Poe titulado ‘The Gold Bug’ (El Escarabajo de Oro’, 1843), siendo su principal representante William McKinley, vigésimo quinto presidente de los Estados Unidos de América. McKinley llevaba siempre un alfiler de oro en la solapa y ganó las elecciones de 1896 al demócrata William Jennings Bryan, silverita que defendía la emisión de dólares a partir de un nuevo patrón bimetálico oro-plata.
‘¡El dinero es oro!’ clamaban los grandes banqueros al alimón con los políticos de derechas y los economistas ortodoxos. Frank Baum sabía que no, que el dinero no es oro, y W. J. Bryan además de inspirar el personaje del León Cobarde quedará para la historia por un emotivo discurso titulado ‘La cruz de oro’ (‘Cross of Gold speech’), que pronunció el día de su elección como candidato a la presidencia de los Estados Unidos por el Partido Demócrata. ‘¡No pondréis esa corona de espinas sobre la frente de los trabajadores! –clamó al cielo de Washington el líder demócrata ante el aplauso cerrado de la concurrencia- ¡No crucificaréis a la humanidad sobre una cruz de oro!’.
W. J. Bryan no ganó las elecciones porque además de William McKinley la mayoría de los medios de comunicación se encargaron de acusarle de ser un populista descerebrado. Acobardado ante las presiones de los banqueros y acreedores W. J. Bryan terminó de este modo inspirando a Frank Baum para crear el personaje del León Cobarde.
Más allá de rendirse a los poderse del Mago de Oz el ‘no crucificaréis a la humanidad sobre una cruz de oro’ de Bryan sirvió para abrir los ojos a muchos norteamericanos ignorantes hasta entonces del funcionamiento del patrón oro, ‘responsable de abrir la brecha entre los perezosos propietarios del capital especulativo y las sacrificadas masas obreras en dificultades que producen la riqueza y pagan los impuestos’.
El debate en torno a la necesidad de imprimir papel moneda sin respaldo metálico se remonta a los tiempos previos a la creación de los Estados Unidos. En los últimos años del siglo XVII las legislaturas de varias colonias emitieron ‘bills of credit’ para facilitar el comercio. Muchas colonias sufrieron los habituales procesos de devaluación-inflación asociados a la creación de dinero fiduciario y además se enfrentaron al problema adicional de las falsificaciones.
En 1729 Benjamin Franklin publicó ‘Una modesta investigación sobre la naturaleza y necesidad del papel moneda’ (‘A Modest Inquiry into the Nature and Neccesitty of a Peper Currency’) defendiendo la creación de dinero no solo libre de respaldos sino también de intereses bancarios. Franklin tuvo que viajar años después a Londres para negociar con los ingleses cuando en 1751 el Rey George III prohibió la emisión de papel moneda en Nueva Inglaterra.
Hoy día cuando alguien propone la creación de dinero suficiente como para garantizar un plan de Empleo Garantizado los economistas convencionales se echan las manos a la cabeza. A diferencia de ellos, los economistas de la Teoría Monetaria Moderna (Modern Monetary Theory o MMT) creen que el patrón oro está todavía demasiado anclado en la esencia antropológica de nuestra civilización.
Según la MMT el único techo que tiene un Estado soberano a la hora de imprimir dinero es la inflación porque los déficits públicos si están debidamente controlados agregan activos financieros netos al sector privado y lejos de lo que dicta el puritanismo económico el déficit público puede hasta cierto punto ser un instrumento valioso para lograr el pleno empleo de los recursos económicos.
Partiendo de este punto de vista los economistas de la MMT como Paulina Tcherneva o Stephanie Kelton han asesorado a Bernie Sanders y Alexandria Ocasio-Cortez en sus campañas políticas de promoción del New Green Deal (Nuevo Pacto Verde), programa de gasto y empleo público pensado para crear nuevas infraestructuras de energías renovables con la doble función de acabar con el desempleo y sentar las bases de un nuevo modelo de productividad ecológica.
Yanis Varoufakis al frente del Movimiento Democracy in Europe 2025 (Diem 25) también se ha propuesto replantear la cuestión monetaria en el seno de la Unión Europea para conseguir que el BCE en vez de financiar a los bancos e inversores intervenga a través del Banco Europeo de Inversiones (BEI) en la creación de un programa de Empleo Garantizado orientado hacia el terreno de las energías renovables en la misma línea del Green New Deal de Sanders y Ocasio-Cortez.
Todos los símbolos y personajes de ‘El Maravilloso Mago de Oz’ están relacionados con la problemática monetaria de la Edad Dorada que a Frank Baum le tocó vivir. Las baldosas amarillas del camino que recorre Dorothy representan los lingotes de oro del orden monetario. El Espantapájaros sin cerebro representa al trabajador agrícola, el Leñador de Hojalata al obrero industrial, y el León Cobarde a la clase política.
Detrás del cuento de Frank Baum lo que realmente ocurrió en 1896 fue que cientos de campesinos arruinados o ‘espantapájaros’, y obreros en paro o ‘leñadores de hojalata’ procedentes de todos los puntos cardinales de los Estados Unidos caminaron hasta Washington (la Ciudad Esmeralda) para pedir a los grandes magos que gobiernan sobre la Tierra de Oz la emisión de dinero no respaldado por el oro.
Frank Baum cubrió aquel evento como periodista: Los populistas querían liberar al Estado de las restricciones monetarias del patrón oro mediante la creación de ‘greenbacks’ (dinero verde sin atadura a los metales preciosos), también llamado ‘people’s money’ (dinero de la gente). Los platistas o ‘silveritas’ lo que querían era abrir el grifo del dinero incorporando la plata al patrón monetario de la nación. Por encima de ambos se impusieron los ‘escarabajos de oro’ porque tenían cogido el mango de la sartén de la política.
Como la creación de dinero estaba sujeta al patrón oro y la extracción de oro estaba tocando fondo, la escasez de monedas y billetes circulantes llegó a provocar una larga depresión con una tasa de paro superior al 15% de la población activa. Era de sentido común crear dinero respaldado no solo por el oro sino al menos también por la plata (el color de los zapatos de Dorothy) como pedían los bimetalistas silveritas, sin embargo los ‘escarabajos de oro’ querían a toda costa mantener la hegemonía del oro para preservar el valor del dólar y favorecer por encima de todo los intereses creados de los banqueros y prestamistas.
La marcha de los parados la organizó un miembro del Partido Populista llamado Jacob Coxey, empresario de la chatarra convertido en político populista. Coxey consiguió capitanear la primera gran protesta de desempleados de notoriedad mediática en la historia del capitalismo. Aquella caravana de protesta se le apareció una y otra vez a Frank Baum en sus sueños y aunque hoy está completamente olvidada fue una histórica y larga manifestación de protesta muy célebre en su día a la que se unieron ciudadanos de todo el país con la idea de juntarse en Washington frente al Capitolio el 1 de mayo de 1896.
Los medios de comunicación en su mayoría defensores del establishment económico se encargaron de caricaturizar a Jacob Coxey como un maldito populista sin nociones de economía, ‘el coronel Coxey’ lo llamaron mientras inventaban juegos de palabras para acuñar toda clase de descalificaciones en contra de sus seguidores, a quienes literalmente llegaron a calificar de ‘ejército de desharrapados’ y ‘sucios individuos sin disciplina’.
‘¿Cómo es posible que necesitemos carreteras y otras muchas infraestructuras públicas y haya un 15% de paro?’ se preguntaba el coronel Coxey, tachado de loco pero armado de razón. ‘¿Por qué tenemos que esperar a que un capitalista millonario decida montar una fábrica para crear empleo? ¿Por qué no puede el Estado emitir dinero sin oro para crear puestos de trabajo?’ clamaba el coronel Coxey, pidiendo lo que hoy piden los economistas de la Teoría Monetaria Moderna: un plan nacional de Empleo Garantizado mediante la creación de dinero libre de las ataduras metálicas y los intereses bancarios.
Según Hellen Hodgson Brown ‘el pueblo había sido engañado en la creencia de la escasez al definir su riqueza en términos de un bien escaso como el oro’. La verdadera riqueza del país estaba conformada por sus bienes y servicios, por sus recursos naturales y por la productividad y el ingenio de sus ciudadanos, pero en la Tierra de Oz mandaban los intereses de la banca privada.
Los partidarios del ‘dinero de la gente’ como el coronel Coxey conectan con Benjamin Franklin y con los economistas de la Teoría Monetaria Moderna que defienden la emisión de dinero sin respaldo metálico para estimular la economía y garantizar el trabajo a los desempleados a partir de la creación de empleos públicos.
Los partidos de izquierdas han fracasado en muchas ocasiones al no llegar a vislumbrar de cerca el problema de la inflación porque si bien cuando hay poco dinero en circulación el sistema se estanca, también es verdad que cuando la oferta monetaria excede la riqueza real de la nación entonces el dinero no vale nada y llega la temida hiperinflación con su indeseable cascada de efectos dominó. Es de hecho el peor dolor de cabeza de los gobiernos progresistas y el terrible dilema que en la actualidad tienen los banqueros centrales.
En septiembre de 2022 el Banco Central Europeo anunció la mayor subida de los tipos de interés de su historia siguiendo el ejemplo de la Reserva Federal. En principio fue una buena medida para controlar la subida de los precios que empezó antes de la guerra de Ucrania, concretamente con motivo de los shocks de demanda y oferta que provocó la pandemia del coronavirus, sin embargo Juan Torres López en ‘Más difícil todavía’ (‘Esta no es una crisis cualquiera: la economía mundial puede colapsar y debemos prepararnos para ello’, 2023) explica cómo el truco tiene trampa.
Según Torres López ‘la política de subida de tipos de interés que hacen los bancos centrales responde a un error ideológico gravísimo pero también a una práctica ya consolidada de favorecer a las entidades financieras privadas y a las grandes empresas, que son realmente las que están haciendo un gran negocio con la inflación’.
Mientras los pequeños inversores sufren con la subida de las hipotecas a tipo variable, las pequeñas empresas tienen que pagar sus préstamos con una mayor carga de intereses, de modo que las subidas de los tipos ‘benefician claramente a los propietarios de dinero y a las grandes empresas que disponen de gran liquidez y a los acreedores, mientras que perjudican a los deudores y a los compradores o inversores con menos recursos’.
Para Torres López el problema de fondo es la teoría con la que se explica desde hace décadas la inflación y las políticas con la que se trata de combatir, políticas que parten del principio neoliberal fundamental establecido por Milton Friedman según el cual ‘la inflación es siempre y en todas partes un fenómeno monetario’. La actual crisis es un buen ejemplo de la gran falacia de composición de Milton Friedman porque según esta tesis los precios suben solo cuando se produce un aumento de la cantidad de dinero en circulación.
‘Los hechos, sin embargo, -prosigue Torres López- han desmentido esta teoría sobre el origen de la inflación en multitud de ocasiones. El aumento de la cantidad de dinero circulante sólo produce inflación si y solo si los bancos comerciales que reciben ese dinero adicional lo prestan a hogares y empresas y éstos en lugar de ahorrarlo o dedicarlo a disminuir su deuda lo tratan de gastar en consumo o inversión y además no hay suficiente oferta de bienes y servicios. Tratar de combatir la inflación, como están haciendo los bancos centrales ante el brote inflacionario actual, como un problema monetario que se resuelve subiendo el tipo de interés no es el único ni el más grave error de la economía convencional, aunque quizá se pueda considerar el punto de partida de todos los demás’.
Joseph Stiglitz tampoco está convencido en absoluto con las políticas de los bancos centrales, sustentadas sobre la filosofía neoliberal del monetarismo friedmanita. La mayoría de las recesiones de Estados Unidos desde 1945 fueron causadas por las subidas de los tipos de interés aplicados por la Reserva Federal, según recuerda Stiglitz. Lo peor de estas políticas es que han agudizado el aumento de la desigualdad hasta límites insostenibles.
Combatir la inflación provocando una caída brutal de la actividad económica es realmente como si un médico para curar una enfermedad se centrara solo en el sistema pulmonar del paciente olvidando los problemas del resto de su cuerpo. ‘Lo que está ocurriendo en la economía internacional es exactamente lo mismo que en la película de los hermanos Marx en el Oeste cuando destrozaban el tren de madera para alimentar con sus trozos las calderas que lo impulsaban’, piensa Torres López.
La espiral inflacionista que empezó en 2021 es el resultado de la combinación de una serie de causas de muy diferente naturaleza. En palabras de Torres López ‘tenemos bloqueos en la oferta, crisis en el sistema logístico, problemas que tienen que ver con el mal diseño de la globalización, con el cambio climático, con las finanzas, con la desigualdad, con la especulación y también con problemas de demanda derivados de los planes de gasto de los gobiernos. Los precios están subiendo porque hay un bloqueo de oferta, porque hay una guerra en Ucrania que afecta a multitud de materias primas, porque hay costes energéticos asociados a la existencia de mercados oligopolistas, o porque hay empresas con gran poder de mercado, por eso subir los tipos de interés es una medida torpe y muy peligrosa’.
Juan Torres López advierte en ‘Más difícil todavía’ otro problema asociado al aumento del precio del dinero y es que por un lado los bancos centrales tratan de frenar la economía encareciendo el crédito pero por otro lado los gobiernos la impulsan gastando millones en ayudas financieras a la producción.
El capitalismo liberal es como el Mago de Oz, un siniestro farsante que pone la libertad de los lobos por delante de la libertad de los corderos, por eso en los mercados la competencia está dominada por empresas gigantescas con poder transnacional suficiente como para manipular el precio de todo con la intención de aumentar sus márgenes.
La escasez natural que imponen las sequías y otros desastres climatológicos, la escasez artificial impuesta por la filosofía del ánimo de lucro, los costes de la transición energética, los cuellos de botella en el transporte internacional oligopolizado, y los desajustes inesperados entre la oferta y la demanda debido a los cisnes negros de la pandemia del coronavirus y la guerra de Ucrania, son eventos que demuestran la invalidez de analizar el problema de la inflación desde la óptica puramente monetarista, una filosofía propia de alquimistas al servicio de un Mago de Oz más falso que el protagonista del cuento de Frank Baum.